viernes, 12 de noviembre de 2010

El mundo de Serena

CAPÍTULO 2: El sueño.

Tras haber recibido la reprimenda por parte del encargado, Serena había proseguido con su trabajo como de costumbre. Al terminar su jornada laboral, se dirigió hacia su casa, a pesar de que no le apetecía ir allí, puesto que sabía que le esperaba otra disputa con sus padres.

Estaba a cinco minutos de su casa, delante de la entrada de un Pub al que solía ir con su antigua pareja y decidió entrar. Se sentó en la misma mesa de siempre, al lado de la puerta y enfrente de una gran ventana. Se acordó de aquellos tiempos en los que había sido muy feliz junto a Raúl, quien posteriormente le había roto el corazón. Recordó aquella tarde, cuando Raúl le cogió de la mano y mirándole a los ojos le confesó que estaba enamorado de ella. En ese instante Serena no pudo evitar derramar una lágrima, a pesar de que había transcurrido un año desde que terminó su relación con Raúl, ella lo añoraba en el fondo de su corazón.

Serena se secó las lágrimas y se dirigió hacia su casa. Abrió la puerta intentando hacer el menor ruido posible al cerrarla, pero cuando se disponía a encaminarse hacia su cuarto la sorprendió su madre quién se encontraba en la puerta de su habitación esperándola.

- Serena ¿dónde estabas?- le preguntó su madre- llegas con una hora de retraso.

- No te preocupes tanto mamá, me ha entretenido Lucas- se excusó Serena.

-¡ No me mientas!, he llamado a casa de Lucas y me ha dicho que ha estado contigo a primeras horas de la tarde- le reprendió su madre.

- Está bien, he estado en el Pub de la calle de al lado- se disculpó Serena.

- ¿Qué hacías allí a estas horas?

- Eso es asunto mío, ¡deja de meterte en mi vida!

- Serena, ¡no debes contestar así a tu madre!- era su padre quién acababa de incorporarse a la disputa.

- ¡No lo haría si dejarais de meteros en mi vida!

- Eres nuestra hija y te queremos, por eso nos preocupamos por ti- le explicó su padre.

- Tengo 18 años, soy mayor de edad ¡ya no tenéis que preocuparos más por mí!- bramó Serena.

- Eres una ingrata Serena, no aprecias nada lo que hacemos por ti- se disgustó su madre.

- He tenido un día muy difícil, ahora no me apetece hablar...

- Está bien Serena- le dijo su padre- hasta mañana.

- Hasta mañana.

Serena entró en su cuarto, se sentó un momento encima de la cama mientras recordaba la discusión con sus padres." No tenía que haberles contestado así- se dijo- no lo hacen con mala intención". La madre de Serena se llamaba Ángela, tenía el pelo castaño sus ojos eran marrones tan oscuros que parecían negros, en realidad madre e hija no se parecían demasiado, ella se parecía más a su padre, Alonso, quién tenía el pelo negro y los ojos verdes, al igual que Serena.

De repente, la puerta se abrió y tras ella apareció una luz de un color verde esmeralda muy intenso. Serena se incorporó de un salto y se asomó por la puerta para averiguar quién la había abierto, pero allí no había nadie. Aquella luz provenía de una especie de bola de gas que, para sorpresa de Serena, empezó a moverse en dirección hacia las escaleras que conducían al piso de arriba. Serena siguió aquella luz e imitándola, subió las escaleras. Al llegar al piso de arriba, aquella luz se dirigió hacia el desván y Serena la siguió, a pesar de que le resultaba muy extraño que la puerta del desván estuviera abierta, ya que sus padres siempre la dejaban cerrada con llave. Al llegar arriba, la luz dejó de moverse y tras ella había un muchacho. Serena abrió la boca para hablar, pero se percató de que no podía pronunciar ni una sola palabra, mientras el muchacho se acercó a ella y le entregó un colgante cuyo broche era de color verde, al igual que aquella luz.

Serena abrió los ojos y se incorporó. Al mirar a su alrededor buscando a aquel muchacho se dio cuenta de que se encontraba en su habitación y que el muchacho no estaba. Miró hacía la puerta, estaba cerrada y no había rastro de aquella extraña luz verde, todo había sido un sueño.